Crisis en tiempos de emprender

No hay que ser economistas para entender que Argentina es un suelo especial en materia económica, pero ¿qué país no lo es?. Quienes tenemos la pasión de animarnos a arriesgar en este país no la tenemos fácil, constantemente estamos mirando las noticias, los diarios, las redes, charlando con amigos y conocidos sobre qué va a pasar, sobre cómo la vemos, cómo nos fue el mes pasado y por sobre todo buscando aliento para seguir adelante. Nuestras fuentes son la calle, los vínculos, los amigos, y aún así: ¿Por qué Argentina, con estos condicionantes, tiene tantos emprendedores?” ¿Conviene emprender en tiempos de crisis? O ¿simplemente somos emprendedores irracionales?”

Para responder a la primera pregunta algunos afirman que es una cuestión genética, está en nuestro ADN, que heredamos de nuestros abuelos, de bisabuelos que vinieron a estas tierras buscando una oportunidad y que fueron los más aventurados los que lo hicieron, o que quizás que no tenían nada que perder. Otros dirán que nos cuesta lidiar con nuestros superiores, no nos gustan los horarios y ni depender de otros. En fin, hay muchas teorías que intentan responder la primera pregunta, pero la que me trajo a escribir este artículo es la segunda:

¿Conviene emprender en tiempos de crisis?
En esta oportunidad, para dar una respuesta sin alma arriesgada, prefiero utilizar la famosa expresión “depende”, y es que creo que se ajusta perfectamente a la respuesta a esta pregunta. Pero no empecé a escribir estas palabras para dejar la incógnita con un final abierto, para no ser “tibios” vamos a dar algunas consideraciones que nos pudieran ayudar a entender en qué contextos conviene, y en cuales pensamos que no.

Entonces, depende de:

No hay dudas de que el contexto económico, social y político existe y condiciona, sin embargo cuanto más convencido de tu emprendimiento estés, menos afecte tu comodidad actual y menos necesidades tengas, más fácil será emprender en tiempos de crisis (y de no crisis también claro). El primer axioma no es negociable, tu mentalidad (1) te convencerá de arriesgarte, de ajustarte si es necesario y de entender hasta qué punto estás seguro del siguiente paso.

Aun así, aunque tengas la mentalidad correcta, hay momentos donde lo mejor no es emprender, sobre todo si esto requiere de mucho tiempo y diligencia. Ahí es cuando debes poner en consideración tu situación actual(2) y/o tus necesidades (3) y te debes preguntar: ¿puedo darle toda la atención necesaria a ese emprendimiento? Este es el punto en hay que ser muy honesto con cada uno y saber establecer bien tus prioridades antes de seguir adelante.

La única crisis que puede afectar a un emprendedor nato es la interna, la de cada uno. Somos emprendedores y sabemos que ninguna crisis económica afectará nuestra iniciativa de emprender, y aunque muchas veces ni la racionalidad nos permite leerlas, entendemos y creemos que puede enseñarnos mucho si aprendemos a interpretarla.

De cualquier manera, vale aclarar esto, no todos somos emprendedores “irracionales”, somos más bien racionales, de oportunidad. Los factores externos no juegan un rol demasiado determinante en la decisión de emprender, lo realmente ponderable es lo interno, nuestro momento y nuestras expectativas. Si un fracaso te hace dudar de tu elección, es que quizás nunca debiste emprender.

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